6 actividades para realizar en Termas del Dayman

¿Quién dijo que venir a las termas es solo para «meterse al agua y nada más»? Si sos de esos que creen que el relax y la aventura no pueden convivir en el mismo lugar, te invito a repensarlo todo. Porque en las Termas del Daymán, ubicadas al sur de Salto (a apenas unos kilómetros de la ciudad), el descanso tiene muchas caras, y todas valen la pena.

🧖‍♂️ Un clásico uruguayo con alma propia

Muchos uruguayos (y no pocos argentinos del otro lado del charco) tienen alguna historia con Daymán. La escapada en familia, la primera zambullida en una piscina humeante, esa caminata lenta de la mano de los abuelos. El complejo termal —público y también privado, con hoteles que incluyen sus propios servicios termales— es uno de los destinos turísticos más populares del litoral uruguayo.

Pero lo que quizás no sabías es que las Termas del Daymán ofrecen un abanico de actividades que van mucho más allá del típico chapuzón.



🚶‍♀️ Caminatas, senderos y mucho verde

Empezá el día temprano. (Lo sé, cuesta. Pero vale la pena). El aire fresco de la mañana, mezclado con ese aroma peculiar que tienen las termas —entre humedad, campo y descanso— te recibe como un abrazo tibio. Y ahí nomás, entre eucaliptos, senderos bien marcados invitan a caminar.

Una de las actividades preferidas por quienes llegan con ganas de estirar las piernas son las caminatas al aire libre. El entorno natural se presta para paseos tranquilos o recorridos más extensos, dependiendo de tu ritmo.

«Caminar acá es distinto. Uno siente que el cuerpo se va soltando, como si cada paso lo fuera aflojando por dentro», me comentó una visitante de Paysandú mientras paseábamos por uno de los caminos que bordean el complejo.

Hay sectores con sombra, bancos de descanso y carteles informativos sobre la flora local. Ideal para los curiosos, los fotógrafos amateurs y, por qué no, los enamorados.



🚴‍♂️ Bicicleta: pedalear para conocer

Varias posadas y hoteles ofrecen alquiler de bicicletas (y si no, siempre hay alguien en el pueblo dispuesto a prestar una). Es una de las formas más lindas de conocer no solo el complejo, sino los alrededores.

Pedaleás tranquilo por caminos de tierra o asfalto, pasás por alguna parrillada al paso (que siempre tienta), saludás a otros turistas, y en cuestión de minutos te encontrás con vistas abiertas del río Daymán o pequeños montes naturales.

¿Mi recomendación? Hacete un rato para recorrer la zona en dos ruedas al atardecer. El cielo se pinta de naranjas y violetas, y el silencio —roto apenas por el canto de los pájaros— tiene algo casi espiritual.



🧘 Terapias, yoga y bienestar

Las aguas termales tienen fama de sanadoras, y no es solo un mito de abuelas. Ricas en minerales como calcio, magnesio y hierro, estas aguas surgen a más de 40°C desde las profundidades de la tierra, y tienen beneficios comprobados para la piel, los músculos y hasta el sistema nervioso.

Por eso, varios centros en Daymán ofrecen sesiones de masajes, hidroterapia, reiki y hasta clases de yoga. Hay quienes llegan especialmente para eso: desconectar del mundo, respirar profundo y volver a habitar el cuerpo con conciencia.

«Lo que más me gusta es flotar. Me dejo llevar por el agua caliente y siento que el cuerpo se reinicia», me contó una señora de Montevideo, habitué del lugar desde hace más de 15 años.

No hace falta ser un gurú del zen. Basta con regalarse una hora para uno mismo.

🧒 Diversión para los más chicos

«Pero con niños es complicado», me dicen muchos. Bueno, en Daymán la familia entera puede disfrutar. El parque termal cuenta con piscinas adaptadas, juegos para chicos, toboganes y actividades pensadas para todas las edades.

Uno de los lugares más populares es Acuamanía, el primer parque acuático termal de Sudamérica. Tiene toboganes gigantes, piscinas de olas y juegos interactivos, todo con agua termal. Y sí, los adultos también se pueden subir (aunque después digan que lo hacen «por acompañar a los gurises»).

La clave está en alternar: un rato de diversión, otro de descanso. La sonrisa de los más chicos al final del día es la mejor señal de que valió la pena.

🛍️ Artesanías, cultura y sabores locales

Cuando cae la tarde, el cuerpo ya más suelto y el espíritu en modo relax, es el momento perfecto para caminar por la feria de artesanos. Hay de todo: desde tejidos a mano hasta jabones hechos con agua termal, pasando por mates decorados, cerámicas y dulces caseros.

Además, varios restaurantes de la zona ofrecen platos tradicionales con ese sabor casero que reconforta. El chivito en pan, la pasta casera, la parrilla humeante… y si vas en invierno, una buena copa de tannat para cerrar la jornada.

Y si tenés suerte, capaz coincidís con algún espectáculo en vivo o evento cultural organizado por el municipio. Daymán tiene vida propia, incluso cuando el sol se esconde.

🛏️ Dormir y soñar mejor

Después de un día así, lo único que uno quiere es meterse en la cama (idealmente con sábanas suaves y almohada mullida). Muchos alojamientos —desde hoteles hasta cabañas o posadas familiares— ofrecen acceso directo a piscinas termales privadas, lo cual permite terminar y empezar el día con una inmersión tranquila, sin moverse demasiado.

Algunos tienen spa, otros desayuno casero, y todos comparten esa sensación de estar en un lugar donde el tiempo corre distinto.

🌟 Un lugar para volver

Las Termas del Daymán no son solo un destino, son una experiencia completa. Un espacio donde el cuerpo se suelta, la mente se apacigua y el corazón late un poco más lento, pero más fuerte. Un lugar donde cada quien encuentra su propio ritmo.

¿Te animás a redescubrirlas? Porque sí, están ahí, a pocas horas de casa, esperando a que les demos una nueva mirada. Y créeme: vale cada minuto.



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